Conducía a gran velocidad por Periférico. Eran las dos de la mañana. No había tráfico. Juan se apuraba a regresar a su casa, al día siguiente había que levantarse temprano para resolver algunas cosas del trabajo antes de asistir a su partido dominical. Así se desplazaba rápidamente con gran atención a los pocos autos con los que compartía la noche. Espejeaba para cambiar de carril de forma segura y, a veces, para asegurarse que no se encontraría con algunos montachoques o algún truante parecido. Se encendió un cigarro y le subió al estereo para sentirse inmerso en una escena holliwoodense.
Vanía un poco agüitado, pues se había tenido que salir de la fiesta justo cuando estaban poniendo los mejores rock and rolles y Anita, su amiga, por fin le prestaba atención. Son pocas las veces en donde las cosas se enlazan de una manera perfecta. Por alguna razón, después de que sonara algunas de esas canciones de Daft Punk, Anita y Juan comenzaron a hablar sobre los marcianos y la posible existencia de la vida extraterrestre. No es que fueran peritos en el tema, en todo caso, se podría decir que tenían conocimiento de las teorías conspiraciones y un alto sentido de paranoia.
“Y si Anita tiene razón y, el Covid lo implantaron los marcianos”, pensaba Juan al salir hacia la lateral y con ello abandonar Periférico a la altura del Metro Constitución de 1917. En la medida en que se adentraba al barrio su play list, programada de modo aleatorio, comenzó a sonar canciones que normalmente no aparecían. Siempre resulta raro que, después de que suenan los Rolling Stones comience “Los marcianos llegaron ya”. Por supuesto que Juan ya no escuchaba la música como una breve coincidencia, sino que ya veía señales en todos lados, producto de la predisposición.
“Jijoles de la guayaba”, pensaba para sus adentros. “¿Y si en una de esas se nos dejan venir?” Hizo un silencio en su mente mientras frente a sus ojos parecía que el mundo se descomponía. “Lo mejor es que me coma unos taquitos antes de llegar a casa” pensaba mientras trataba de encontrar una solución para evitar una invasión extraterrestre. “Nah, pero si es como dice H. G. Wells en 'La Guerra de los mundos', aquí en la Ciudad de México sí nos la andan pelando, es cosa de que se suban al tren ligero en hora pico, o que se den una vuelta por aquí en el Rio-Ba, pus los extraterrestres no podrían contra nuestra maldita humanidad”.
Después que pagó, Juan, seguía cavilando “¿Y si, la inteligencia de estos seres fuese tan grande que, en realidad, sí nos aventaron el Covid? ¡Gulp!”. Cuando llegó a su casa, se bajó del auto y, justo en ese momento, se fue la luz en el barrio. Ahí fue cuando las palabras de su mente se borraron en un silencio. Sólo se escucha su respiración y sus ojos buscaban hacia cualquier cosa hacia cualquier lado cuando.. ¡caplum!, sonó como si cayera un cuerpo pesado sobre el toldo de su auto y Juan no pudo más que gritar de la angustia mientras saltaba del susto. Cuando pudo recuperar el aliento y volver la mirada hacia el auto se encontró de frente con la mirada del Michi -Miau.
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