La prohibición de narcorridos en eventos públicos por parte de las autoridades visibiliza aún más el debate sobre cómo las narrativas violentas operan para ser normalizadas y ser consideradas “inocentes”.
¿Es la cancelación una herramienta efectiva para contrarrestar los mensajes violentos en ese género musical? Hay que recordar que hasta la música romántica reproduce y fortalece narrativas violentas que escalan hasta el feminicidio.
El reguetón tampoco se salva, solo hay que recordar la "Canción 57" escrita por reguetoneros, entre ellos, la Bichota Karol G (sí la destaco porque fue la única mujer que participó y su mirada también avaló). Esta canción normaliza la pedofilia y aunque fue censurada no pudo evitarse la difusión masiva porque llevaba el sello de aval de ese grupo de compositores y cantantes reguetoneros que llenan estadios con sus conciertos.
El argumento de justificar las letras de las canciones con un: “Solo es música” resulta insuficiente. Hay que precisar que no se trata del género musical, sino de los mensajes y letras de las canciones que normalizan crímenes de lesa humanidad como son las violaciones, tortura, desaparición forzada y esclavitud. Es decir, la música también es uno de los canales de comunicación masiva que sirve para transmitir y fortalecer las narrativas relacionadas a la violencia, racismo y discriminación, mismas que pueden escalar a los discursos de odio y éstos en genocidios que son considerados crímenes de lesa humanidad.
¿Son efectivas las cancelaciones? La historia nos indica que no, pero uno de los logros es poner estos temas en el escrutinio público y cuestionar que lo normal no es normal. Al exponerse al debate, por supuesto, se genera controversia porque no olvidemos que este tema atenta contra multimillonarios intereses económicos.
¿La cancelación viola la libertad de expresión? El respeto al derecho a la libertad de expresión es, lastimosamente, un argumento utilizado para justificar mensajes que, repito, escalan a crímenes de lesa humanidad.
Así que el derecho de la libertad de expresión NO ES ABSOLUTO Y TIENE LÍMITES porque está supeditado a otros derechos supremos, uno de ellos es el derecho a la dignidad humana.
En lo personal, me encantan los corridos como “Tragos Amargos” del talentoso señor Ramón Ayala y he decidido alejarme de los narcorridos/narcopelículas/narcoseries. Sí, aún tengo gustos musicales culposos, pero cada día trabajo en reeducarme para evitar reproducir esos mensajes que dañan más a personas en condición de vulnerabilidad.
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