Robo de glifos: Toxico, la mentira con la piedra Tizoc
En la parte izquierda del díptico con el que abrimos portada se muestra una representación extraída del Atlasde Antonio Peñafiel (1885), que a su vez extrajo del Códice Mendoza. Del lado derecho se puede observar la Piedra Tizoc y un acercamiento a uno de los quince cartuchos que la componen. En apariencia no hay una relación directa salvo una confusión derivada de una mala interpretación de Manuel Orozco y Berra (1816-1881). Misma que fue usada de manera pedestre para darle “sustento” al constructo del falso pueblo de Santa Úrsula Xitla y que nos encargaremos de exponer a lo largo de este artículo. Por lo pronto, junto con el glifo de Xico, Estado de México, este otro glifo robado también se usa en la papelería oficial de la subdelegación a lado de otro más que literalmente es legendario y del que me ocuparé la próxima semana.
El glifo de Toxico en el códice mendocino
En la imagen anterior se aprecia un fragmento del Códice Mendoza. Al centro se ve al pueblo de Toxico entre pueblos verdaderamente originarios. Los más conocidos de ellos desde luego son Ecatepec y Toluca. La lámina de la cuál se extrajo este acercamiento, incluye en la parte superior a más pueblos de lo que hoy es el Estado de México y en la parte inferior un escudo con flechas y pueblos de otros estados de la república como uno del estado de Guerrero.
Toxico: único en todo México
Toxico, a diferencia del falso pueblo de Santa Ursula Xitla, sí tiene un registro histórico perteneciente a Ixtlahuaca, un lugar que se fundó por las migraciones de la comunidad Mazahua J'apui (Alonso y García, 2020, 5, 7 y 37).
Mientras la SEPI, el INPI o algunos académicos aficionados a la prestidigitación no se inventen otro pueblo al gusto de intereses propios o de políticos en turno, sólo existe un lugar que tiene el topónimo de Toxico y corresponde al de San Lorenzo Toxico, ubicado en el mapa mediante un óvalo. En efecto, los magos del constructo, se fueron una vez más sobre otro pueblo del Estado de México para festejar sus usos y costumbres, como la semana pasada que con mariachis, música grupera y pirotecnia tomahawk, festejaron la “entrega simbólica” del certificado de “autenticidad”. Si hay usos y costumbres en el “pueblo originario” provienen de apropiaciones de glifos y topónimos de otros lugares. Me pareció extraño cómo la alcaldesa validó el constructo, sin datos, sin abrir a debate los procesos por los cuales se llegó a este punto, y reduciendo todo a un acto de supuesta reconciliación con la mayoría que no avalamos el nuevo estatus jurídico, cuando en los hechos el diálogo que se ha intentado por varias vías ha sido muy acotado, por no decir nulo. Ejemplo, la directora de participación ciudadana se comprometió en una audiencia pública con las vecinas solicitantes a sostener una mesa de trabajo con vecinos de la UT 12 161 en la que estarían ella, más el director de asuntos jurídicos y de gobierno y las directoras de obras y servicios urbanos. Desde luego que no fueron. Hubo, sí, un intercambio cordial con el JUD de policía auxiliar y un enlace de participación ciudadana que por más que se comunicaba a las áreas, no tuvo respuesta.
La necesidad de varios habitantes de Santa Úrsula Xitla de sostener diálogos con las áreas mencionadas, es para expresarles los graves problemas que en materia de infraestructura y servicios tiene la zona. Las acotadas partidas disponibles se paliaban, en ciertos casos, con presupuesto participativo, mismo, y lo sabe la alcaldesa, que su predecesora usaba a su antojo. Con la nueva figura tradicional: ¿se irán esos recursos en un arco, un kiosko y dinero para las fiestas de la iglesia? Si cuando operaban con las dos figuras, pueblo y colonia, el destino y la fiscalización de muchos recursos, eran tortuosos, ¿qué garantías tendremos para que el presupuesto 2025 no se ejerza con normativas a modo?
Ixtlahuaca en la historia
La imagen superior está bajo resguardo del Archivo General de la Nación y en la cédula aparece con el nombre de “Ixtlahuaca. Estado de México (atribuido)”, creado hacia 1584. Citemos ahora al gobierno de Ixtlahuaca que en su página se remonta a finales del Siglo XVI para recordarnos que desde “[el] 7 de abril de 1593 se lleva a cabo la congregación con cabecera en el pueblo de Ixtlahuaca, conformado por los barrios de: San Bartolomé, Santa María Magdalena, Santa María Nativitas, Santo Domingo, San Jerónimo, San Lorenzo (Toxico) y San Ildefonso” (Santo Domingo…, 2021). Hoy todos pertenecientes al Estado de México, pese a la existencia de varios homónimos en otras regiones del país, con excepción de Toxico.
Toxico real vs Tochico pirata
Como se puede apreciar, el verdadero pueblo de Toxico, San Lorenzo Toxico, tiene todo lo que la red que inventó el falso pueblo de Santa Úrsula Xitla, quiere y necesita, un arco, un quiosco y, sobre todo, la identidad de un pueblo verdaderamente originario que, en el caso de San Lorenzo, se remonta hasta los mazahuas.
La piedra Tico
En la primera parte de esta entrega se demostró que pueblos con el nombre de Toxico sólo hay uno, es originario, pertenece al Estado de México, forma parte del municipio de Ixtlahuaca. Ahora reparemos en la piedra Tizoc que no guarda relación con el segundo glifo robado: la gargantilla cuya definición se deriva de un error de Orozco y Berra que nos propusimos desentrañar. Si el “erudito historiador” no se hubiera equivocado, tendrían que haber recurrido a otro truco para apropiarse de este glifo.
Voy a referirme a una publicación del INAH que explica, grosso modo, a la piedra Tizoc: Se trata de “un cilindro monumental, [que] en [su] cara superior aparece la imagen labrada del Sol con una oquedad en el centro, de la que se desprende un canal que atraviesa la piedra hasta el borde. El canto de la escultura muestra al gobernante Tizoc, identificado por su glifo onomástico, sujetando por los cabellos a señores de quince distintos pueblos en señal de conquista. Una franja con símbolos estelares limita la parte superior del canto y otra con la imagen del monstruo de la tierra rodea la base del monumento. Este objeto está asociado al sacrificio gladiatorio” (Templo Mayor, s/f).
En documentos que obran en expedientes en tribunales, me llamó la atención una aspecto delicado que se dio por bueno en varias ocasiones como la entrega de documentos a modo o falsos constitutivos de delitos, o, como en el caso que nos ocupa, de aplausos y ceremonias.
Análisis de la piedra Tizoc
Ahora echaremos mano de una tabla del antropólogo Eduard Seler (1849-1922) que le da contexto a este subtítulo que explica e identifica cada uno de los quince glifos topónimos de los cuáles está compuesto el cilindro pétreo. Cito:
“[De] izquierda a derecha en primer[a] fila: Matlatzinco, Tochpan(?), Ahuilizapan, Huexotla(?) y Colhuacan, en segunda fila Tetenanco, Xochimilco, Chalco(?), Tamazolan o Tamazolapan y Acolhuacan y en tercer[a] fila Tepanohuayan, Tlatelolco, Teotitlan, Poctlan(?) y Cuetlaztlan.” La tabla está hecha con “dibujos de Fernando Botas Vera basados en Eduard Seler” (López, 2012, 93-134).
En la publicación de López Austin el glifo central vuelve a referenciar al glifo de Chalco, no a Santa Úrsula Xitla ni sus asociaciones multipropósito –Tozxiuhco, Toxico, Toxco, Tochico–en la piedra Tizoc.
Parafraseos a gusto del cliente en rojo y negro
En la imagen superior, foliada con el número 0066 que forma parte del expediente de una demanda presentada en el Tribunal Electoral de la CDMX, resuelta en 2022, puede leerse textualmente lo siguiente de Margarita Guevara Sanginés:
“El Cuauhxicalli o Piedra de Tizoc, se encuentra albergada en la sala Mexica del Museo Nacional de Antropología en el bosque de Chapultepec. Se trata de una piedra conmemorativa de la historia imperial mexica, que tiene grabada la conquista de quince pueblos originarios, en particular, para nuestro propósito la conquista de Tozxiuhco-Toxico-Toxco-Tochico” En qué quedamos: ¿Tozxiuhco, Toxico, Toxco, Tochico o ya encarrerados el Tochco de Santa Úrsula Coapa?
Continúa Guevara Sanginés después de su foto a la piedra Tizoc. En rojo se destacan los saltos de garrocha que hizo sobre la fuente original.
“El erudito historiador Manuel Orozco y Berra describe la imagen del gobernante de Tozxiuhco vencido como un: ‘prisionero con el pelo corto… guerrero distinguido; (con) orejeras, collar y pulseras; cuerpo desnudo con maxtlatl,… y catli: Alrededor de la boca, presenta apéndices… semejantes a grandes barbas, razón por la cual Humboldt llama la atención sobre esta figura como representando un hombre barbado. … quedando la duda de si es un adorno, un distintivo que ponía al guerrero bajo protección… de Quetzalcoatl…’”
En este parafraseo a modo usado para un “propósito” convertido en “realidad”, sustentar que Santa Úrsula Xitla es un “pueblo originario”, el tribunal no se tomó la molestia de cotejarlo con la fuente verdadera, que dista mucho de este mini constructo del que está compuesto el gran constructo que validó la SEPI, la alcaldía y el mismísimo tribunal. Veamos lo que dice la fuente original, respetando el español de la época, pero sustituyendo las omisiones de nuevo con color rojo:
“i. Prisionero con el pelo corto en la frente, crecido hácia la parte posterior, ceñido con una banda terminada en un adorno: la borla que se descubre sobre la coronilla de la cabeza en todos casos es señal de capitan óguerrero distinguido; orejeras, collar y pulseras; cuerpo desnudo con maxtlatl, adornos en las pantorrillas y cactli: armas, las dos flechas con la punta hácia arriba. Alrededor de la boca, de las mejillas á la barba, presenta unos apéndices semejantes á grandes barbas, razon por la cual Humboldt llama la atencion sobre esta figura como representando un hombre barbado. Sabido es que los americanos no carecían de barbas, teniendo la costumbre de arrancárselas cuando comenzaban á salir; acaso el gefe guerrero cautivo en esta batalla se hacia notable por haber dejado crecer el pelo de la cara. Sin embargo, juzgando por el dibujo en el relieve, no está dispuesto á la manera con que el pelo se expresa, quedando la duda de si es un adorno, un distintivo que ponia al guerrero bajo la proteccion ó le daba la semejanza de Quetzalcoatl. Gama traduce el signo geroglífico Achichipico (1): repetimos su explicacion y es esta: ‘Achichipico se compone de las voces atl, que es el agua, y de chichipico que viene del verbo chichipico, que significa gotear; y todo el vocablo quiere decir, donde gotea el agua. Uno y otro se demuestra muy bien con este símbolo, aunque yo creo mas conforme á la historia el pueblo de Santiago Toyahualco.’ Como se advierte, vacila Gama entre la lectura Achichipico y Toyahualco: ténemos la pena de no admitir ninguna de las dos. No el primero, porque el símbolo no contiene el carácter simbólico atl de donde debiera sacarse la etimología; no el segundo, porque Tulyahualco, no Toyahualco, significa cosa redonda de tule, depósito de agua redondo rodeado de tule, y ni el atl, ni el tollin, tule, presenta la pintura. Lo que nosotros distinguimos, salvo error, es el carácter simbólico xihuitl (2), joya ó cosa preciosa, horadado en el centro por el cual sale una cinta. El grupo geroglífico es el nombre de Tozxiuhco, derivado de tozcatl, sartal, gargantilla, garganta; de xiuh, radical de xihuitl, y la proposicion co: Toz-xiuh-co, gargantilla preciosa ó de joyas: da idea del lugar en que estas gargantillas se usan ó son fabricadas (3). Se lo menciona entre los pueblos conquistados.”
[Notas de la fuente original]
“(1) Las dos piedras, párrafo VII, núm. 140
“(2) Véase el Códice Mendocino, lám. VII, núm. 3.
“(3) Diccionario de Molina (Orozco, 1877, 3-39).”
La confusión de Orozco y Berra
Con el desarrollo anterior, José Manuel Ladrón de Guevara nos explica que Orozco y Berra confunde la etimología nahuatl de los conceptos “jade y esmeraldas” y “precioso” porque ambos encajan tanto en xihuitl, como en chalchihui-tl, de lo contrario esta apropiación derivada de un equívoco, no se hubiera generado. De hecho el propio Orozco y Berra tenía conciencia de su posible confusión, porque de lo contrario en su texto no hubiera colocado la frase común en este tipo de estudios reducida a los términos “salvo error”. Esta frase, por cierto, abreviada como s.e.u.o (salvo error u omisión) se usa cada vez menos en las humanidades, gracias a los instrumentos avanzados de análisis y comprobación, apoyados en nuevas tecnologías. Pero veamos otros aspectos del error de Orozco y Berra.
Tozxiuhco no fue parte de los dominios de Tizoc
En la revista Arqueología Mexicana, aparece un acucioso texto de los investigadores Leonardo López Luján y Marie-France Fauvet Berthelot, titulado: “Último dibujo faltante de la descripción histórica y cronológica de Antonio de León y Gama” (López y Fauvet Berthelot, 2022, 76-85) cito el resumen: “Hace cinco años, en el número 142 de Arqueología Mexicana, dimos a conocer cuatro de las cinco láminas inéditas pertenecientes a la obra cumbre del sabio novohispano. Ahora publicamos por primera vez la lámina faltante, la cual fue puesta en subasta en Francia el pasado mes de junio y contiene reveladoras imágenes de la Piedra de Tízoc, el Indio Triste y un par de esculturas más que representan a Tláloc y Chalchiuhtlicue” (López y Fauvet Berthelot, 2022, 76).
Lo interesante es la tabla comparativa que hacen entre Antonio de León y Gama (1735-1802) y once autores modernos cuya lista citamos: “a)Manuel Orozco y Berra (1877). b)Alfredo Chavero (1888). c)Eduard Seler (1902). d)Antonio Peñafiel (1910). e)Marshall H. Saville (1929). f)Charles E. Dibble (1971). g)Charles R. Wicke (1976). h) Esther Pasztory (1983). i)Michel Graulich (1992). j)Felipe Solís (1992). k)Emily Umberger (1998). l)Alfredo López Austin (2006)” (López y Fauvet Berthelot, 2022, 81). En el aumento a una de las filas de la tabla vemos que en la clasificación alfabética usada por los autores el único autor “moderno” que referencia al topónimo con Tozxiuhco es Orozco y Berra, en tanto que los diez restantes lo correlacionan con Chalco. Es decir, estamos ante el segundo glifo pirata usado por el “pueblo originario” de Santa Úrsula Xitla.
Conclusión
A pesar de que Orozco y Berra era consciente de su posible error, en su épico parafraseo la historiadora omitió la cita completa acaso para confundir a la magistratura que, “salvo error”, jugaba con los dados cargados a favor del constructo de esta singular red.
Bibliografía
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Alonso, Lizbeth y García, Jesús (2020), “La etnia Mazahua, patrimonio cultural de los mexiquenses” en Subdirección regional de educación básica, Atlacomulco coordinación de educación artística R006 Ixtlahuaca”, México, gobierno del Estado de México. Recuperado de: https://ade.edugem.gob.mx/bitstream/handle/acervodigitaledu/36197/MAMSDPED67_La%20etnia%20mazahua%2C%20patrimonio%20cultural%20de%20los%20mexiquenses.pdf?sequence=3&isAllowed=y
Códice Mendoza, versión digital, varios autores, México, INAH. Recuperado de: https://codicemendoza.inah.gob.mx/index.php?lang=spanish
López Austin, Alfredo (2012). “Mitos e íconos de la ruptura del eje cósmico: Un Glifo toponímico de las piedras de Tízoc y del ex-arzobispado”, en Anales del Instituto De Investigaciones Estéticas 28 (89): pp. 93-134. Recuperado de: https://doi.org/10.22201/iie.18703062e.2006.89.2222.
López, Leonardo y Fauvet Berthelot, Marie-France (2022). “Último dibujo faltante de la descripción histórica y cronológica de Antonio de León y Gama” en Arqueología Mexicana, núm. 172, vol., XXIX, pp. 76-85. Recuperado de: https://www.mesoweb.com/es/articulos/sub/AM172.pdf
Orozco y Berra, M. (1877). “El cuauhxicalli de Tizoc”, en Anales Del Instituto Nacional De Antropología E Historia, 1 (1), 3–39. Recuperado de: https://revistas.inah.gob.mx/index.php/anales/article/view/6520
Peñafiel, Antonio (1885). Nombres geográficos de México: catálogo alfabético de los nombres de lugar pertenecientes al idioma náhuatl; estudio geroglífico de la matrícula de los tributos del Códice Mendocino. México, Secretaría de Fomento. Recuperado de: http://cdigital.dgb.uanl.mx/la/1080017419/1080017419.html
Santo Domingo y San Bartolomé: dos pueblos originarios del municipio de Ixtlahuaca, vistos a través de su tradición indígena (2021). México, Gobierno municipal de Ixtlahuaca. Edición bilingüe. Recuperado de: https://ixtlahuaca.gob.mx/build/docs/comunicacion/revista/2019/03_agosto_2019.pdf
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