Es Semana Santa, hay pocos comercios abiertos, los bancos no abren y las calles lucen vacías en la CDMX. Desde los hogares se oye una que otra motocicleta, probablemente de repartidores de aplicación como Rappi haciendo entregas en estos días.
Para muchas personas, pensar en descansar suena a un lujo. Suena a que puedes estar sin hacer simplemente nada sin preocuparte por cubrir tus necesidades más básicas como tener qué comer o asegurar el lugar donde habitas.
Pero el derecho al descanso tiene que ver con las relaciones de trabajo que se han creado. En Estados Unidos, la gente negra es dos veces más propensa a tener menos horas de sueño que las personas blancas y lo que se identifica como brecha de sueño es aún peor en las personas indocumentadas, con alguna discapacidad o con ingresos bajos. La gente pobre descansa menos.
“¿Cómo podemos soñar cuando no podemos dormir?”, fue la pregunta que se hicieron los artistas Navidad Acosta y Sosa hace unos años en una instalación el Museum of Modern Art de de Nueva York, bajo el nombre Black Power Naps, o siestas del Poder Negro, en donde trataron de recrear un espacio como si fuera un barco meciéndose en hamacas y camas con tejidos teñidos a mano, con una luz tenue y donde podrías tumbarte para descansar y relajarte como una forma de reparación.
Los artistas invitan a reflexionar sobre la cultura de la fatiga, a quiénes beneficia ésta realmente y sobre el uso de la privación del sueño sobre otros como una forma para controlar a las personas esclavizadas en Estados Unidos.
México es el país de la OCDE en el que más horas se trabajan, con 2 mil 137 horas al año, por persona, aunque esto no se relaciona con mayor productividad (94.8 PIB por hora trabajada versus 107 promedio de la OCDE), cita un documento de la Subsecretaría de Migración y Derechos Humanos en México. Trabajar más horas no es igual a ser más productivo.
Aunado a ello, las horas de traslado del hogar al trabajo son otro factor a tomar en cuenta. Un estudio indica que en el caso de la Ciudad de México, los trabajadores gastan, en promedio, 2.5 horas de su día en transportarse a sus sitios de trabajo. “Si aunado a una jornada laboral extensa de 9.4 horas al día consideramos estas 2.5 horas extras, las y los trabajadores capitalinos destinan en total al trabajo 12 horas al día; es decir la mitad de su día.”, señala el estudio “El derecho al trabajo y al descanso”, de Campa C. R y Negrete M. A.
¿Y las mujeres descansan?
Además de los trabajos formales, está probado que las mujeres dedican más tiempo a labores de cuidados y del hogar que los hombres. Un estudio delConeval midió que en promedio, en 2020 las mujeres dedicaron a las tareas de cuidado 11.5 horas semanales más que los hombres, esto es 4.2 veces más de horas al trabajo doméstico que los varones. Las mujeres trabajadoras, particularmente las más pobres, son las que más tiempo continúan dedicando a las labores del hogar.
En México, los días de la Semana Santa no son considerados como días de descanso oficiales, pero si decides descansar y no hacer absolutamente nada, no sientas ninguna culpa.
Imagina un mundo donde el descanso, el tiempo para el ocio y el esparcimiento no son lujo, son un derecho universal.
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