En la era de TikTok, donde todos somos críticos gastronómicos y expertos de cualquier tema, nunca había visto tanta división y polémica por un taco.
En mayo, la Guía Michelin llegó a México y otorgó la primera estrella a una taquería: a El Califa de León.
El Califa de León es una taquería que lleva más de 70 años en la ciudad. Se ubica sobre Avenida Ribera de San Cosme en un local minúsculo donde apenas pueden maniobrar las personas que atienden el negocio. Hay un hombre que toma las órdenes desde una ventanilla, un taquero en la parrilla y una mujer que hace tortillas con ayuda de una máquina que las corta a la perfección.
Tras la noticia de que se convertía en la primera taquería con estrella Michelin, se llenó de filas ansiosas por degustar el manjar compuesto por una tortilla y carne. Pero fue entonces cuando las opiniones saltaron: “Están sobrevalorados”, “no son para tanto”, “una estafa”, “filas de dos horas por un taco”, “una taquería para turistas” fueron algunas de las críticas.
Durante semanas retrasé el plan de ir a conocer la taquería. Luego lo olvidé. Pero por fin fui. Las filas ya se esfumaron, al menos entre semana. Sin nadie delante de mí, pedí mi orden.
Lo que me gustó es que tienen un menú que solamente abarca cuatro tacos. Esto hace que la atención sea inmediata. Lo que no me gustó es que, efectivamente, el precio está “por las nubes”, al doble o triple que en la taquería promedio de la ciudad.
Hay de bistec por 53 pesos; de costilla por 82; de gaonera por 70 y de chuleta por 82. Cada refresco o jugo cuesta 33 pesos. Probé el de bistec, costilla y gaonera.
Creo que la magia de este lugar está en su parrilla. Sazonan la carne con sal de grano, limón… Y sí, queda suavecita. La tortilla está recién hecha y eso siempre se agradece. La salsa verde sí pica y la salsa de pasilla tiene un sabor auténtico. En su conjunto, hacen un buen taco. En mi opinión, no el mejor de la ciudad, pero uno bueno.
Terminé de comer mis tacos. Aunque me gustó el sabor, fue inevitable sentir que algo les faltó. Sobre todo después de pagar la cuenta. Nunca había pagado 82 pesos por un taco y me hubiera gustado que tuviera más carne, doble tortilla o algún complemento como las cebollitas de cambray. Además, es verdad que el trato al comensal es indiferente.
Sin embargo, no me arrepiento de venir y en el fondo me alegra que una taquería haya recibido una distinción que muchas veces sólo otorgan a restaurantes carísimos, con los que no somos igual de exigentes. Para próximas ediciones, quizá las taquerías galardonadas sean más compatibles con nuestro gusto.
El Califa de León recibió su bendición y maldición con el reconocimiento. Las expectativas son tan altas que por un buen tiempo seguirán siendo los tacos que dividen a la Ciudad de México. Tú, ¿ya los probaste?
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