o entiendo por qué algunos ciudadanos se niegan a emplear la lógica y vivir en el autoengaño. En México hubo elecciones, las más nutridas de los últimos años y una mujer, Claudia Sheinbaum, ganó con casi el sesenta por ciento de la votación. Quien piense que tras el cambio de estafeta el discurso de odio proveniente de la derecha va a menguar, permítame decirle que se equivoca será igual o peor con el añadido de una exacerbada misoginia como la que profesa Milei, quien canceló su visita a nuestro país. Sin embargo, estoy seguro que nuestra próxima presidenta tiene un gran equipo para afianzar el cambio de régimen.

No somos ni seremos Cuba o Venezuela, países por los que tengo toda mi consideración, teniendo como vecino a Estados Unidos en el contexto de un tratado comercial trilateral que incluye a Canadá, hay palabras que asustan a quienes no se toman ni un segundo para analizarlas. Por ejemplo la asociación mental: “cambio de régimen” y “gobierno de izquierda” igual a comunismo y los países mencionados a inicio de párrafo es impracticable. La izquierda mexicana en el poder implica un cambio de régimen, sí, pero hacia la recuperación del Estado de Bienestar que ofrece mayor equidad en salud y educación, más oportunidades de empleo, más y diversificadas oportunidades pensionarias para el adulto mayor y la posibilidad de regenerar la industria nacional que desde el salinismo fue desmantelándose aceleradamente como, hay que insistir, hace ahora Milei, que ya regaló las reservas de oro de Argentina a los filibusteros por excelencia.

Quien votó por la continuidad, lo hizo también por la reforma al poder judicial que implica reformar la Constitución en los términos que la misma establece. Quienes votamos por la próxima presidenta lo hicimos también por el Plan C y otorgamos mayoría legislativa para poder elegir a jueces y magistrados. Suprimir ese triunfo mediante la mal llamada “sobrerrepresentación” promoviendo que se viole la Carta Magna es propio de dictaduras y México no lo es. Punto.

Por eso es hostil el posicionamiento del embajador de Estados Unidos, y más tímidamente el de Canadá, jugando a la inestabilidad metiéndose en nuestra política interna. El primero olvidando que en muchos estados de su país hay elecciones de los individuos juzgadores.

Ahora bien, de regreso a la lógica y como ya se ha expresado en otros contextos, si consideramos la encuesta de Enkoll –encuestadora reconocida entre las que logró el más amplio margen de predictibilidad con respecto a la elección presidencial– publicada el 17 de junio de 2024 notamos que ese 60% obtenido por la alianza Morena PT y Verde sube a 73% entre quienes consideran que es el pueblo de México quien debe elegir a los magistrados y jueces del poder judicial y se eleva a 75% quienes tienen una opinión similar con respecto a la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Esta izquierda que le ha dado estabilidad económica al país requiere un poder judicial que no esté al servicio ni del crimen organizado ni de la corrupción. Seguir guardando en una gaveta el expediente de un magnate arrogante que se niega a pagar impuestos no tiene ninguna justificación y no ayuda al inversionista nacional ni extranjero. El pueblo sufragó y en democracia el voto se respeta.