Testimonio de servilismo 1
Entre los capítulos más bochornosos de los que he sido testigo cuando trabajé en la UAM Xochimilco se encuentra la falta de derechos laborales que en la práctica afecta los trabajadores de confianza. Fui víctima cuando en un paro estudiantil se me “giraron instrucciones” para que hiciera guardias nocturnas al lado de otros compañeros de confianza con el objeto de cuidar la puerta de Calzada del Hueso dado que en “solidaridad” con los estudiantes, los trabajadores de base suspendieron labores, entre ellos los de vigilancia, con goce de sueldo, según me enteré después. Hacía un frío de perros. A falta de guantes sumía las manos en el fondo de los bolsillos del pantalón, preguntándome qué mierda hago yo aquí, mientras algunos compañeros se tomaban en serio su papel de guardianes no de la UAM, sino de policías chinos jugando con radiotrasmisores: “Accesso 1 código 57, todo en orden, cambio”, “rondín en CYAD código 21, manden tres refuerzos” y sandeces parecidas. El hecho es que a las tres de la madrugada mi entonces jefe dijo ya basta y a mí y a otro compañero de Extensión Universitaria nos conminó a largarnos de ahí. Hay un servilismo “institucional” en un alto porcentaje de los trabajadores de confianza, aunque hay también compañeros excepcionales. Pero todos son desechables. “Las autoridades” protegen por lo regular a los más lambiscones, los más ruines o los más perezosos siempre y cuando no hagan ruido, además de que no pueden tener representación formal en el Consejo Académico. Cuando estudiaba la maestría, ni siquiera se me permitió votar en mi calidad de estudiante por mi representante estudiantil porque yo era trabajador de confianza.
Testimonio de servilismo 2
Años después, durante la pésima gestión de Peñalosa Castro, se conminó por redes sociales a quienes quisieran asistir “voluntariamente” a un acto de apoyo a las “autoridades” para presionar al sindicato a que terminara con una de las huelgas más largas que tuvo la UAM con magros resultados para los trabajadores del propio SITUAM, con un atraso en los calendarios escolares, con carga extra para los profesores, sobre todo para los que carecían de plaza fija, y no se diga para los estudiantes. Desde luego que voluntariamente no fui. La noche del frío de perros me curó en salud. En aquel acto Peñalosa soltó a la prensa sondas pedantes de este calibre: “el enemigo está, pero es muy difícil identificarlo, en el SITUAM. Eso ya lo sabe la mayoría y es importante decirlo.” El colonizador del hilo negro, el gran científico que tiró netas incontrovertibles en medio de hurras y consignas deplorables, como el hecho de que fuera el sindicato el que estaba tras la huelga, complicó más las negociaciones y alargó el conflicto. Al día siguiente pude ver por la prensa y en las redes sociales de varios amigos a compañeros de base marchando por Peñalosa Castro y rectores de otras unidades, uno de ellos de la sección editorial. No, bueno.
Servilismo marca ACME con cargo al erario
Pensé que lo anterior eran dos ejemplos inmejorables de servilismo institucional, pero en un recodo del futuro, hoy presente, el Poder Judicial me regaló un espectáculo fuera de serie, surrealista, digno de una comedia de Clavillazo: Trabajadores de base en paro laboral, con goce de sueldo, ya parece que no, defendiendo, cito al SITUAM, ¡a la patronal! ¡Trabajadores de base en marchas de derecha!, vandalizando las instalaciones del senado y bloqueando el trabajo del Poder Judicial porque los jueces y magistrados con quienes trabajan ya no podrán eternizarse en sus huesos, porque ganarán menos que la presidenta de México y porque estarán sujetos al voto y escrutinio ciudadano. Hace poco se viralizó el escándalo de un juez laboral de Coatzacoalcos que quería chambear y sus propios colaboradores se lo impidieron. ¿Cuántos trámites “ordinarios” se detienen diariamente por este paro laboral? De por sí es tortuoso el andamiaje burocrático del tercer poder del Estado y encima les pagamos por sus desmanes o sencillamente por estar de vacaciones. Claro que estiran la liga para que desde el ejecutivo o el legislativo se tomen acciones más contundentes para victimizarse. El punto concreto es que la ciudadanía que cree que por el hecho de votar se termina el compromiso con la democracia y hasta la próxima elección, se encuentra muy equivocada. Y un ejemplo concreto de esta cortedad de miras en el ejercicio de nuestra ciudadanía lo voy a exponer en otra columna.
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