El domingo pasado, los aficionados a la NFL se quedaron atónitos al atestiguar la paliza que las Águilas de Filadelfia le propinaron a los excampeones Jefes de Kansas City. A decir verdad, el marcador final de 40 puntos contra 22 no refleja el verdadero dominio de las Águilas cuya defensiva hizo ver a Patrick Mahomes como mortal; los frontales de Filadelfia acosaron a Mahomes todo el partido y lo capturaron en seis ocasiones además de que la secundaria le interceptó dos pases. La defensiva de Filadelfia blanqueó a los Jefes durante toda la primera mitad. De hecho, los touchdowns que anotaron los Jefes llegaron ya cuando el partido estaba fuera de su alcance y el marcador ya era de 40 puntos contra 6. Las águilas nos regalaron un espectáculo ofensivo y sobre todo defensivo.
Ahora bien, en esta ocasión, posiblemente a pesar de un buen partido, el juego fuera lo menos relevante. En torno a este Super Tazón se desarrollaron varias historias aledañas que no tuvieron nada que ver con el aspecto deportivo. Uno de los sucesos se presentó cuando la pantalla del estadio enfocó a Taylor Swift, novia del Ala Cerrada, Travis Kelce. Al partido asistieron otras celebridades como Paul McCartney y Anne Hathaway, entre otras. Sin embargo, a Taylor Swift la abuchearon los aficionados a las Águilas de Filadelfia. Pero lo peor de todo fue el hecho de que el presidente Trump, quien fue el primer presidente en funciones de la historia en acudir a un Súper Tazón, le echó sal a la herida y subrayó que la gente había prácticamente sacado a Taylor del estadio con sus abucheos. No obstante, la realidad es que el que se fue antes del término del encuentro fue el propio Trump, posiblemente molesto con Kendrick Lamar.
Trump ha declarado que odia a Taylor Swift, quien lo ha criticado abiertamente y que además endosó la campaña de Kamala Harris en el 2024. Trump pareció deleitarse con los abucheos de los que fue víctima Taylor al sugerir que su séquito de seguidores—identificados como MAGA (Make America Great Again)—no perdonan a nadie que vaya en contra del cabeza de Cheeto (si a AMLO le decían cabecita de algodón, yo le llamaré a Trump cabeza de Cheeto…).
President Donald Trump meets the families of the victims and first responders from the January 1st terrorist attack in New Orleans. #SBLIXpic.twitter.com/jqPRI6Oyf0
— NFL (@NFL) February 9, 2025
El presidente tuvo un día ocupado ese Súper Domingo y con su egocentrismo no pudo dejar pasar la oportunidad de hacer notar que cualquier acto suyo rebasa en transcendencia e importancia a los demás acontecimientos. De ese modo, declaró al 9 de febrero como el día del Golfo de América y resaltó que ese acto era aún mayor que el Súper Tazón. Puede ser que sí, aunque definitivamente no tan grande como su ego y su racismo que se toparon esa misma noche con un artista monumental en Kendrick Lamar.
A mucha gente no le gustó el espectáculo de medio tiempo, pero lo cierto es que Kendrick Lamar hizo una obra de arte en el escenario cargada de simbolismo. Un simbolismo con el que Lamar nos presenta su versión de resistencia y crítica social mediante un juego psicológico al ritmo de Hip Hop. Kendrick comienza su show como si estuviera en un video juego, con un escenario dividido en cuatro como los botones de un control de Play Station. Samuel L. Jackson, disfrazado de Tío Sam, un Tío Sam afroamericano, le da a Kendrick luz verde para iniciar el juego, el gran juego americano; comienza Stage 1. Pero el gran juego americano al que se refiere Tío Sam, no es al juego de futbol americano, sino el juego del sistema de los Estados Unidos.
Con Trump como testigo, Kendrick se posa en el centro de una bandera norteamericana hecha de personas afroamericanas; una bandera dividida, fracturada, como actualmente se encuentra fracturada la sociedad estadounidense, dividida por el racismo, la desigualdad, los vicios, y una oligarquía recientemente instaurada. Con la canción Humble, Kendrick parece decirnos que tenemos que sentarnos y ser humildes, lo cual recibe la aprobación de Tío Sam—Samuel L. Jackson. Este es el rap o el hip hop que acepta Tío Sam, el rap que no es subversivo, que no causa escándalo, no es ruidoso.
Pero Kendrick Lamar no se presentó para ser humilde y quedarse callado cuando tenía tanto que decir. Kendrick Lamar continúa con Body for Body donde nos dice específicamente que la revolución está siendo televisada y aquí nos regala una frase icónica: “Escogieron el momento adecuado pero al tipo equivocado”. Elegir a Kendrick Lamar para el espectáculo de medio tiempo pudo ser un error, con su estilo ruidoso y peligroso, tipo gueto de protesta. En ese momento, Tío Sam lo regaña y le pregunta si sabe jugar, si sabe jugar el juego de los Estados Unidos. Pero la frase también es una pedrada a Trump, como el hombre equivocado para dirigir el destino del país de las barras y las estrellas.
El arte de Kendrick Lamar es ruidoso, es subversivo; al moverse hacia un lado del escenario, aparece la frase “Wrong Way” porque no va en la dirección adecuada y su arte no es aprobado por Tío Sam. Cuando Kendrick aparece estar con amigos afroamericanos en un poste de luz en la calle, Tío Sam le “quita una vida”, una vida del video juego, una vida, ¿una vida real, quizá? como la de George Floyd…
THEY NOT LIKE US @KendrickLamar#AppleMusicHalftimepic.twitter.com/86nyDhmXkS
— NFL (@NFL) February 10, 2025
Kendrick Lamar no se detiene ahí, durante parte del espectáculo juega con el público constantemente reproduciendo las primeras notas de la canción Not Like Us. Esta canción es el equivalente moderno de la rivalidad entre Francisco de Quevedo y Luis de Góngora y Argote durante el Siglo de Oro de las Letras Españolas. En Not Like Us.Kendrick señala al rapero Drake como un artista al servicio de los “colonizadores”, de los explotadores que usa su arte para su beneficio económico únicamente. Pero más allá de eso, la canción es un knock out a la carrera de Drake porque lo acusa de pedófilo. Con la frase: “Tryna strike a chord and it’s probably A-Minorrrrrrrrrrrrrrrrrrr”, Kendrick sugiere que incluso algunas relaciones de Drake han sido inapropiadas o que en su disco “Certified Lover Boy” sugiere comportamientos depredadores. Durante su presentación, Kendrick utilizó una cadena con una a minúscula para disimuladamente acentuar esto.
IG Serena Williams
En ese momento, Kendrick Lamar no cantó Not Like Us, pero pasó a cantar Luther y el Tío Sam lo felicita porque eso es lo que Estados Unidos quiere escuchar, algo lindo y calmado, pero no deja de advertirle que no lo eche todo a perder, como si le sugiriera que evitara la controversia. De esta forma, Kendrick juega con el público provocándolo si canta o no la canción de Not Like Us hasta que suelta la siguiente frase: “40 acres and a mule”. Esta fue una promesa que el gobierno estadounidense hizo a los esclavos emancipados después de la guerra civil para que pudieran iniciar su vida en libertad con apoyo económico; una promesa que el gobierno no cumplió, y si el gobierno no cumple sus promesas, Kendrick Lamar tampoco. Así que canta Not Like Us, menciona explícitamente a Drake y hace que un estadio entero haga el coro de la frase “A minor”.
Lamar consigue queSerena Williams, la máxima ganadora de torneos de Grand Slam en el tenis femenil y quien había salido alguna vez con Drake, participara en el espectáculo bailando Crip Walk, un estilo de baile originario de las pandillas del oeste de los Estados Unidos, particularmente de Compton, California de donde es originario Kendrick Lamar. Esto es justo lo que Tío Sam, interpretado por Samuel L. Jackson, no quería ver en el medio tiempo del Súper Tazón, un manifiesto de rebeldía disimulada, de ataques frontales a Drake, de simbología en un país fracturado; un espectáculo como respuesta a un sistema descompuesto, no era entretenimiento nada más. Por ende, Kendrick dice: “apaga la tele, no veas esto, no juegues”. Se apaga la luz; “Game Over”.
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