Mila llegó en los brazos de una mujer que se quiso deshacer de ella en cuestión de segundos: juguetes, comida y hasta arenero me dejaron antes de irse corriendo.
Mi otra gatita, Bicho, la adoptó desde el minuto 1 y son inseparables.
Mila "habla" siempre, aunque no se le entiende, me basta ver su carita de sorpresa. Literal parece una caricatura.
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