El soundtrack de mi infancia
Me encanta la radio. Siempre, desde que tengo uso de razón (si algún día la he tenido), incluso antes, he estado ligado a la experiencia radiofónica.
Contaba mi madre que cuando era un bebé y apenas lograba pararme, agarrado de los barrotes de la cuna, me emocionaba al escuchar las canciones que pasaban en la radio. Relataba mis balbuceos, a dúo con Víctor Iturbe 'el Pirulí', "Verónicaaaaa, extraño tu voz, cuando no estás junto a mí". Cuando me lo contaba me daba pena, pero ahora lo recuerdo con cariño.
Tengo grabadas las voces y las atmósferas que emergían de la bocina de nuestra vieja radio y se convertían en imágenes cuando escuchábamos Kalimán, caracterizado por Luis Manuel Pelayo, célebre locutor que es recordado por su show televisivo "Sube, Pelayo, sube"; también están las aventuras del bandolero Porfirio Cadena "el ojo de vidrio" y muchos otros radiodramas en Radio Red.
También suenan en mi memoria auditiva los timbres engolados de los locutores de los programas matutinos que acompañaban, principalmente, a los ejércitos de amas de casa, entre ellas mi madre, en las interminables labores domésticas, a las que se referían más o menos así: “señora bonita”, “querida ama de casa, saludos allá en casita”.
La radio en general le hablaba a los adultos, pero hay que recordar que hubo esfuerzos de hablarle a los niños a través de Radio Infantil y Radio Educación, gracias a ellas sonaron canciones y programas que a algunos de mi generación nos salvaron de los infumables Cepillín, Parchís, Topo Gigio y otras formas terribles de dirigirse a los niños como bobos.
De entre todas esas voces y estaciones radiofónicas, en las que sonaba de todo, mucha música tropical, ranchera y todo el pop cursi de la época, comenzaron a destacar algunas emisoras que querían sonar modernas, juveniles, como las legendarias Radio Capital y Radio Éxitos, pero poco se atrevían -o no lo tenían permitido- a cambiar las fórmulas.
Voces de cambio
A contracorriente de los esquemas, aparentemente inamovibles, de hacer radio, de una manera muy formal de hablarle (de usted) al radioescucha, a mediados de los años 80 surgió una camada de locutores jóvenes que emprendió una revolución en varias estaciones. Es ampliamente conocida la influencia que tuvieron en ese momento los locutores y productores de WFM, como Martín Hernández, Alejandro González Iñárritu, Martha Debayle, Charo Fernández y muchos otros, que sin duda tuvieron un impacto creativo enorme en la radio mexicana.
Había una voz que sonaba al mismo tiempo, incluso años antes, en otra emisora, en La pantera -Radio 590 de AM-, la gran Fernanda Tapia, que desde su llegada a los micrófonos destacó por su estilo franco, divertido y desenfadado, que le sirvió para colarse a las cúspides de la locución, el doblaje y la conducción.
Fernanda Tapia es una mujer radiofónica "todo terreno”, capaz de conducir programas musicales en Sabrosita y Radioactivo, programas tan formales como Diálogos en confianza, donde se mantuvo por décadas; prestar su voz para propósitos institucionales, para ser una chica super poderosa y muchos otros personajes, o bien hacer programas de entretenimiento como El almohadazo o Capital por cual, actualmente. Hoy se enfrenta a un nuevo desafío, dirigir Radio Educación, un tótem de la radio pública mexicana.
Quizá lo más difícil del encargo será hacer de esa experiencia, que mucho tiene de administrativa, una oportunidad de aplicar su creatividad e inteligencia en beneficio de la radio pública. Mucho se ha cuestionado si está capacitada para ocupar el cargo o les molesta su abierta simpatía por la 4T, pero Fernanda es mucho más que eso, además de ser gente de radio, es un gran ejemplar de ser humano, sensible y empática, que además de hablar sabe escuchar; características que garantizan y anticipan excelentes resultados en su gestión.
¡Enhorabuena, Radio Educación!
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