Hasta hace una década, el Día de Muertos en Ciudad de México se festejaba de una manera muy diferente a como es ahora. No había calaveras gigantes de papel ni catrinas en desfile por las calles.
El Día de Muertos es una festividad mexicana dedicada a honrar a los seres queridos que han fallecido. El 1 de noviembre se celebra el Día de Todos los Santos, mientras que el 2 de noviembre se conmemora el Día de los Fieles Difuntos.
Las familias mexicanas dicen que, cada 2 de noviembre, los espíritus de sus difuntos regresan a casa. Para honrar este regreso temporal, preparan altares con ofrendas que incluyen comida, flores, fotografías y objetos que les gustaban en vida. Los caminos de pétalos de flor de cempasúchil e incienso guían a las ánimas de regreso.
El Día de Muertos tiene sus raíces en los pueblos indígenas y culturas prehispánicas. En la Ciudad de México, los lugares donde siempre se ha tenido un fuerte arraigo a esta tradición son Mixquic, en Tláhuac, y algunos lugares de Xochimilco.
En Mixquic se realiza una alumbrada donde todas las luces se apagan y únicamente los cirios del panteón iluminan la llegada de los difuntos. También hay música, comida y se pasa la noche en vela.
Ahora, el Gran Desfile de Día de Muertos es el protagonista en la ciudad. Cientos de bailarines, carros alegóricos, cantantes y catrinas desfilan por Paseo de la Reforma hasta llegar al Zócalo. Pero, ¿cómo surgió?
Es cierto que el mega desfile de Día de Muertos surgió a partir de una escena de la película 007: Spectre de la saga James Bond. En la cinta, estrenada en 2015, se muestra una escena de persecución en medio de un desfile en la capital mexicana, donde abundan las calaveras en una enorme algarabía por el tradicional Día de Muertos.
Tras la película, el primer desfile de Día de Muertos se llevó a cabo en CDMX en 2016 y llegó para quedarse. Con el lanzamiento de la película Coco, de Disney Pixar, la euforia se multiplicó con desfiles de catrinas y otros eventos.
Para algunas personas, el desfile y festivales no deberían tener ninguna relevancia porque no se apegan a las tradiciones. Y es verdad, no tienen un origen prehispánico ni se apegan a alguna tradición originaria.
Sin embargo, también debemos aceptar que han renovado el capital turístico de la CDMX. Ahora cientos de miles de personas viajan para ver el desfile, los mercados rebosan de flores de cempasúchil y las nuevas generaciones se interesan e involucran en esta tradición a edades más tempranas.
Desde mi punto de vista, no está “mal” la transformación de Día de Muertos. Podemos disfrutarla, tomar fotos, comer mucho pan de muerto y al mismo tiempo interesarnos por el origen. Al final, ambas cosas nos llevan a lo más importante: Honrar la memoria de quienes ya no están con nosotros y sentirlos un poco más cerca ese día.
El Día de Muertos se transformó en una década en CDMX. Tú, ¿cómo lo celebras?
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