El futuro de los vehículos de hidrógeno en México parece prometedor, aunque aún enfrenta varios retos para alcanzar su pleno potencial. A medida que el mundo se orienta hacia la descarbonización y la sostenibilidad, México se encuentra en una encrucijada, con la oportunidad de liderar en la adopción de nuevas tecnologías de movilidad limpia. El hidrógeno, como fuente de energía alternativa, se perfila como una de las opciones clave para la transición hacia un transporte más verde.

Los vehículos de hidrógeno, también conocidos como vehículos de celda de combustible (FCEV, por sus siglas en inglés), utilizan hidrógeno como fuente de energía para generar electricidad y alimentar un motor eléctrico. A diferencia de los autos de combustión interna queman gasolina o diésel, los vehículos de hidrógeno producen energía a través de un proceso químico limpio y eficiente.

Entre sus características técnicas es que son 60% más eficientes que los convencionales de combustión interna y no generan emisiones (sólo emiten vapor de agua y aire caliente). Estos coches se cargan con hidrógeno puro, que se almacena en depósitos dentro del vehículo que pueden resistir fuertes impactos. Al igual que los vehículos propulsados por gasolina, se pueden llenar en menos de 4 minutos y su autonomía puede llegar a los 600 a 700 km.

México cuenta con una ventaja estratégica: su abundante infraestructura de recursos renovables, como la energía solar y eólica, que puede ser aprovechada para producir hidrógeno verde. Este tipo de hidrógeno, generado a partir de fuentes renovables, ofrece una solución energética limpia que podría transformar la industria del transporte en el país. En lugar de depender de combustibles fósiles para generar electricidad, se podría utilizar la energía solar y eólica para producir hidrógeno que luego se utilizaría como combustible en vehículos de hidrógeno, reduciendo las emisiones de gases contaminantes.

Uno de los mayores desafíos para la adopción masiva de vehículos de hidrógeno en México es la falta de una infraestructura de recarga adecuada. Aunque la red de estaciones de servicio de hidrógeno es limitada en todo el mundo, en México, el reto es aún mayor debido a la falta de inversión en este sector. Para que los vehículos de hidrógeno sean viables, se necesitará construir una red de estaciones de recarga en todo el país, lo que requerirá una estrecha colaboración entre el gobierno, el sector privado y las empresas energéticas.

El desarrollo de vehículos de hidrógeno en México también se enfrenta a barreras regulatorias y económicas. A pesar de los esfuerzos de la administración mexicana para promover energías limpias, la política energética del país ha estado históricamente dominada por la dependencia del petróleo y el gas natural.

Por otro lado, el costo de los vehículos de hidrógeno sigue siendo un factor limitante. Aunque los precios han ido bajando con el tiempo, los vehículos de hidrógeno siguen siendo más caros que los de combustión interna o los eléctricos. Esto puede ser una barrera para la adopción masiva, especialmente en un país como México, donde aún no se venden, pero la accesibilidad económica podría ser una preocupación central.

En los próximos años, es probable que veamos más pruebas piloto y proyectos en México para estudiar la viabilidad de esta tecnología. La clave estará en crear una infraestructura adecuada, hacer que los vehículos de hidrógeno sean más accesibles y trabajar en políticas públicas que fomenten su adopción.

El futuro de los vehículos de hidrógeno en México dependerá de la capacidad del país para superar varios desafíos, desde la infraestructura de recarga hasta las barreras económicas y regulatorias. Sin embargo, las oportunidades son claras. Con un enfoque estratégico en la innovación, la sostenibilidad y la colaboración entre el gobierno y las empresas, México podría convertirse en un jugador clave en el desarrollo de la movilidad del futuro basada en hidrógeno.