Desde agosto de 2024, una frase se ha vuelto habitual entre los usuarios de la Red de Transporte de Pasajeros de la Ciudad de México (RTP): “¿Alguien que me pueda prestar su tarjeta?, le doy la moneda”.
El RTP ha sido, desde su creación en el año 2000, una opción vital para las comunidades que habitan en las zonas periféricas de la Ciudad de México.
Diseñado para ofrecer un transporte público seguro, eficiente y accesible, es también uno de los servicios más económicos, con tarifas de 2 pesos en el servicio ordinario y 4 pesos en el expreso. Este sistema representa una alternativa indispensable para quienes necesitan trasladarse largas distancias sin comprometer sus limitados ingresos.
Sin embargo, la reciente transición al sistema de pago exclusivo con la Tarjeta de Movilidad Integrada (MI) ha generado opiniones divididas entre los usuarios. Desde abril de 2024, el Metro de la Ciudad de México eliminó los boletos físicos, implementando el uso obligatorio de esta tarjeta para agilizar el acceso y optimizar la experiencia del usuario.
Si bien la medida pretende modernizar el transporte, en áreas periféricas como Santa Catarina Yecahuizotl, en la delegación Tláhuac, esta implementación ha sido complicada y problemática.
Rutas como la 162-D con 92 paradas y la 46-C con 39 paradas, donde ambas conectan con comunidades alejadas, así como Santa Catarina con puntos clave al Metro Universidad y la Central de Abastos, enfrentan desafíos para algunos usuarios.
Los habitantes de Santa Catarina Yecahuizotl, una zona en el extremo oriente de la ciudad que colinda con el Estado de México, depende del RTP como su principal medio de transporte económico. Sin embargo, la falta de puntos de recarga cercanos obliga a los usuarios a gastar tiempo y dinero adicionales para acceder al sistema.
El RTP, concebido como un puente para reducir las desigualdades en el acceso al transporte público, corre el riesgo de alejarse de su propósito inicial debido a la falta de infraestructura inclusiva.
Muchos usuarios, entre ellos estudiantes y trabajadores, enfrentan el dilema de no poder recargar sus tarjetas en puntos cercanos, lo que los deja sin opción para utilizar el servicio.
Aunque la Tarjeta MI busca modernizar y optimizar el sistema de transporte, para las comunidades más vulnerables se ha convertido en una barrera, evidenciando la necesidad de una implementación más equitativa y adaptada a las realidades de las zonas periféricas.
Sin una mejora en la infraestructura de recarga y horarios más flexibles, el RTP excluye a usuarios, desvirtuando su misión de ser un servicio económico y accesible para todos.
La base de las rutas 162-D y 46-C están situadas lejos de puntos de recarga:
- Metro Tláhuac: a 8.3 kilómetros, accesible solo por taxi o un camión con dirección a Santa Martha- Tlahuac.
Los puntos verdes y los logos de la tarjeta MI, son los únicos puntos de recarga en locales cercanos al paradero del Metro Tláhuac
- Metro La Paz: a 4.2 kilómetros, con opciones de transporte más variadas, de Tulyehualco, Xochimilco con dirección Santa Martha, San lázaro y Chalco dirección Pantitlan, pero a un costo promedio de $12 pesos.
Estas rutas, son esenciales para los habitantes de la zona, no cuentan con puntos de recarga accesibles y los pocos disponibles, que cabe aclarar, son por medio de comercios tienen horarios limitados (de 09:00 a 17:00 horas). Esto representa un obstáculo significativo para los usuarios, especialmente durante las horas de mayor demanda.
Dos puntos de recarga en locales, pero estos empiezan a laborar de 09:00 hrs a 17:00 hrs.
Tres puntos cercanos de recarga en locales, pero al igual sus horarios son de 09:00 hrs a 17:00 hrs.
Considerando que los únicos puntos de recarga disponibles en la zona, al menos en el tramo de la Avenida Agricultura, se encuentran en locales comerciales que operan principalmente entre las 09:00 y las 17:00 horas. Durante los horarios de mayor afluencia de las rutas, estos establecimientos permanecen cerrados, dificultando que los usuarios sin saldo en sus tarjetas puedan realizar recargas.
El servicio de RTP inicia operaciones a las 04:30 de la madrugada, y la última unidad sale aproximadamente a las 22:00 horas. Esto representa un desafío, especialmente en las horas pico de la mañana y la tarde-noche, para encontrar un punto de recarga o lograr abordar un RTP.
Esto no llega a ser muy diferente en las bases opuestas, en la base Central de Abastos el punto de recarga más cercano es la estación de metro y Metrobús Aculco a una distancia de 1.7 kilómetros. La base Universidad es la única que cuenta con punto de recarga, ya que se encuentra en Cetram Metro Universidad.
En el viaje de la ruta 162-D solo cuenta con dos puntos de recarga, los cuales son Metro Zapotitlan, que es la parada número 32 y 92, hasta la base Universidad. Esto es completamente opuesto en la ruta 46-C la cual no tiene ningún punto de recarga en todo el viaje.
Tras una solicitud de transparencia se constató que la implementación de la tarjeta MI ha reducido la cantidad de usuarios en las rutas 162-D y 46-C:
- Ruta 162-D: pasó de 133,340 pasajeros en agosto a 101,442 en septiembre. Para octubre, la cifra cayó aún más, a 88,741 pasajeros, una reducción total del 33% en comparación con agosto.
- Ruta 46-C: de 114,302 pasajeros en agosto, la cifra bajó a 85,600 en septiembre y a 82,534 en octubre.
Estas cifras reflejan el impacto inicial con la imposición de la tarjeta MI en estas comunidades.
Mario, estudiante universitario y residente de Santa Catarina, comparte su experiencia como usuario de la ruta 162-D:
“Suelo ocupar mucho el RTP, principalmente por el precio, aunque a veces tarde en pasar. Me ha pasado que no tengo saldo en la tarjeta y tengo que bajar del RTP. Aquí no hay señal para recargar con mi celular, y termino gastando hasta cuatro veces más al tener que ir al Metro para recargar”.
Por su parte, Jade, una chef que depende del RTP para surtir sus insumos en la Central de Abastos, comenta:
“Ir y regresar por 8 pesos me ayuda mucho. Además, el RTP me deja dentro de la central, así no cargo tanto. Pero luego la gente no quiere prestar su tarjeta y me toca irme al metro Aculco, que caminando me toma más de 20 minutos y es más lío usar el metro y transbordar con todas mis cosas”.
La implementación de la tarjeta MI, pensada para modernizar y agilizar el transporte, ha evidenciado las brechas en las zonas más alejadas de la Ciudad. Para muchos usuarios, la falta de puntos de recarga accesibles y la necesidad de adaptarse a un sistema centralizado han convertido un servicio económico en un reto financiero y logístico.
Sin embargo, no todas las opiniones sobre este cambio son negativas. Carlos Hernández, conductor de la ruta 46-C comparte su opinión:
“Te evitas muchos problemas, uno de ellos es que pagaban un peso, dos pesos o hasta uno con cincuenta y si nos dábamos cuenta, porque había una pantallita y le decimos 'oye, échale completo' y te responde que no traen, entonces, ¿Qué haces, lo bajas? Ya con esta tarjeta, si no traen saldo, no pasan"
Esto refleja uno de los desafíos más comunes en los sistemas de transporte público: la falta de pago completo de la tarifa. Este problema no solo afecta los ingresos necesarios para mantener y mejorar el servicio, sino que también genera tensiones entre conductores y usuarios. Al implementar el pago único con tarjeta MI, se elimina la posibilidad de que los pasajeros suban sin pagar la tarifa exacta, reduciendo conflictos en el día a día.
El uso de la tarjeta no solo asegura el correcto cobro, sino que también agiliza el abordaje, minimiza el uso de efectivo y promueve una mayor organización en el transporte.
En solicitudes de transparencia se da afirmación a una próxima implementación de puntos de recarga en dichas rutas, sin embargo no hay fecha aproximada ni una lista de paradas para esta implementación.
Mientras algunos celebran los beneficios de un sistema más ordenado, para otros, la tarjeta MI representa más una barrera que un beneficio real.
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