En los últimos días se ha revivido la información sobre la alta incidencia de casos de Mpox, mal llamada “viruela del …”, categoría que reproduce los discursos y estereotipos relacionados con la homofobia, negrofobia y, por supuesto, el fortalecimiento del racismo y la discriminación.
La presencia de la enfermedad no es nueva. En 2022, la Organización Mundial de la Salud (OMS) fue tajante y argumentó, ilustrándonos a las y los periodistas, que el nombre de “viruela del …” era “discriminatorio y estigmatizante”.
Durante estas semanas, la categoría cuestionada ha sido revivida por varios medios de comunicación nacionales e internacionales, mismos que, en su mayoría, también publicaron la postura de la OMS en 2022. Esto evidencia la ignorancia o desinterés por detectar y/o evitar narrativas racistas y discriminatorias.
Ya vivimos esto en anteriores ocasiones, recientemente pasó con la Covid-19. ¿Se acuerdan cuando el coronavirus en sus principios era mal llamado “virus de China”? Bueno, pues esta connotación provocó y/o fortaleció el racismo y la xenofobia (rechazo a las personas extranjeras) contra las personas asiáticas.
He ahí la importancia y el poder de las palabras, el impacto que ellas tienen sobre la construcción y fortalecimiento de discursos que pueden ser excluyentes.
Seguir llamando dicha enfermedad como “viruela de…” fortalece la narrativa de la negrofobia (rechazo y exclusión de las personas con tonos de pieles oscuros) en el sentido de que los primeros casos fueron registrados en el continente africano. Lastimosamente, aún está vigente el racismo en espacios públicos y privados que comparan las corporalidades negras con primates.
¿Suena un poco exagerado? No lo es. Recuerden que todavía en los estadios de futbol existen expresiones racistas contra jugadores negros al lanzarles plátanos o hacer sonidos de primates como formas de agresión.
Otro foco rojo es la presencia de la narrativa homofóbica; las y los colectivos de LGBTQ+ han alertado desde hace más de un año sobre vincular el registro de Mpox exclusivamente con su comunidad, cuando todas las personas, sin distinción de identidad de género y/o expresión sexual, podemos ser afectadas por este virus.
La situación actual con Mpox evidencia la importancia y el poder de las palabras que utilizamos. Como audiencia, tenemos la labor de reflexionar sobre las formas en las que comunican los medios de información. Como periodistas tenemos la obligación de no reproducir narrativas de odio y exclusión. El poder de las palabras es infinito.
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