Hace unas semanas, la Ciudad de México dio un paso significativo hacia la sostenibilidad financiera con la firma de un convenio entre la Asociación de Bancos de México (ABM) y la Secretaría de Administración y Finanzas capitalina. Más allá de lo institucional, este acuerdo podría transformar la forma en que los capitalinos manejamos, invertimos y pensamos nuestro dinero.
El objetivo es promover las finanzas sostenibles, es decir, aquellas que no sólo buscan rentabilidad económica, sino que integran criterios ambientales, sociales y de gobernanza (ASG). En un mundo donde los recursos naturales son finitos y las desigualdades persisten, este enfoque ya no es un lujo, sino una necesidad.
¿Y esto cómo se traduce en tu bolsillo?
Acceso a productos financieros verdes:
Podríamos ver más créditos hipotecarios para viviendas ecológicas, préstamos personales con tasas preferenciales si se destinan a mejoras energéticas o incluso seguros que premien prácticas responsables. Todo con el respaldo de bancos que integran criterios ASG en sus decisiones.
Educación financiera con perspectiva sostenible:
El acuerdo también contempla fomentar una cultura financiera más consciente. Esto implica que las y los capitalinos tendremos acceso a programas educativos que nos ayuden a tomar decisiones informadas, considerando no sólo el rendimiento de nuestras inversiones, sino su impacto social y ambiental.
Mayor transparencia y confianza:
Con este impulso, se espera que las instituciones financieras comuniquen mejor cómo y en qué invierten nuestros recursos. Esto empodera al usuario, que podrá elegir bancos y productos alineados con sus valores.
Oportunidades para emprendedores verdes:
Las MiPyMEs con modelos de negocio sostenibles podrían tener más puertas abiertas al financiamiento, algo clave en una ciudad que busca reducir su huella ecológica y generar empleos verdes.
La CDMX, epicentro financiero con mirada verde
Este convenio marca un hito al colocar a la capital como un laboratorio financiero donde la rentabilidad y la responsabilidad social no están peleadas. Para quienes gestionamos nuestras finanzas personales, esto representa una oportunidad: la de alinear nuestros hábitos económicos con un futuro más justo y habitable.
Hoy más que nunca, hablar de riqueza personal no sólo implica tener más dinero, sino saber hacia dónde va, cómo se multiplica y a quién beneficia en el camino.
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