Los objetos como retratos de la humanidad

5
Marcos Daniel AguilarFoto de
12 de diciembre 2024
  • Imagen generada con IA

A lo largo del tiempo, los seres humanos hemos creado objetos que han servido a los fines que ese contexto social impone y esos objetos son retratos de esas etapas históricas. Por ejemplo, Alfonso Reyes decía que los abanicos reflejaban perfectamente la libertad, pero también las frivolidades de esa burguesía ilustrada en ascenso en la Europa de finales del siglo XVIII. Recientemente, en el libro Dios tiene tripas, Laura Sofía Rivero relaciona la creación de los retretes con la inventiva y la inquietud vital propia del Renacimiento. Los objetos son reflejo no sólo de lo estados emotivos de las personas que los construyen, sino de los sistemas políticos, económicos y sociales en los que se forjan.  

Algunos objetos que representan momentos históricos están citados en diversos libros de autoras y autores mexicanos contemporáneos y aquí me gustaría dejar sólo unos curiosos ejemplos. Uno de ellos se encuentra en el ensayo “Contra la aspirina”, del libro Escritos para desocupados (2013), donde Vivian Abenshushan habla de cómo esta Píldora Total, la curatodo, que alivia, pero no resuelve de raíz, nació justamente a comienzos del siglo XX en una Alemania (y en una Europa) que se encaminaba a la conformación de regímenes totalitarios. Para ella, la aspirina es el símbolo de la necesidad de acumulación del conocimiento en una sola gragea, pero también es el signo de una modernidad que aún exige un ascetismo, una salud para no detener ni el consumo ni el trabajo, porque dice Vivian: “No es extraño, entonces, que la aspirina inmaculada encontrara su canonización gracias al fanatismo productivo e higiénico de nuestros días en los que enfermarse se considera una inmoralidad: además de evitar el ausentismo laboral por resfriados y cefaleas, [la aspirina] prohíbe los momentos de ocio y no sólo no crea adicciones, sino que su uso es tan recomendable como hacer aerobics sin quitarle horas a la oficina”.

Otro ejemplo de cómo las invenciones pueden ser un símil de los tiempos se encuentra en el libro Arde la calle (2014), de Fabrizio Mejía Madrid, pues en él hay un capítulo titulado “El condón”, en el que el autor plantea cómo después de la liberación sexual y el idealismo hippie comunitario de los años 60, de pronto, en la década de 1980 surgió el VIH-Sida y parecería que el mundo se achicaba, porque las personas tuvieron que refugiarse en sí mismas para tener relaciones “sólo con tu pareja” (decían las campañas de salubridad), sólo con el condón y el látex; aunque no hay correlación entre un evento y otro, por supuesto, parecería que fue un reflejo de la individualización económica, laboral y educativa que el neoliberalismo proponía en esa década en la que penetraba con todo en América Latina. Porque el condón era, dice Fabrizio, “una separación burda, de goma, con un ámpula ridícula en la punta, que impedía que el mundo te entrara, que tú entraras en el mundo que ahora era terrorífico”, alejarse del mundo y sólo acercarse a él para apropiárselo de manera individual, a través de la medición del condón o del consumo.

Un tercer ejemplo de cómo los objetos dicen mucho de lo que somos de nuestro tiempo, es el cubrebocas, tan usual por las pasadas pandemias de H1N1 y Covid-19. En la novela Retrato de mi madre con perros (2019), Daniel Rodríguez Barrón imagina una sociedad distópica en donde la vida de las personas está ligada inseparablemente a las imágenes de las redes sociales y a la inminente llegada de un virus que podría acabar con la vida humana. Rodríguez Barrón hace una analogía entre la atomización de la vida por medio del mundo digital, donde ya nadie se observa directamente, ni a uno mismo ni a los otros, con la eliminación de la identidad del ser humano por el uso del cubrebocas. Y es que la mascarilla despersonaliza al individuo, “así, con la seguridad que da no ser nadie”, hasta quitarle su identidad, tal cual lo hacen las imágenes de las redes, que a veces parecen ser todas y la misma, como las personas con cubrebocas, todos y ninguno: “tal vez pronto seremos los últimos que sabremos lo que significa ser individuo, ante el cúmulo de imágenes repetidas no tendrá caso ser nadie. Vivimos el desmantelamiento del yo”.

Cada época ha creado objetos y utensilios dependiendo sus circunstancias, que en muchas ocasiones no son nada agradables. Los objetos que creamos son reflejo de esos tiempos y de esos espacios, sólo falta detenerse y mirar con detenimiento para conocer en ellos qué fuimos y qué somos hoy, cómo pensábamos y cómo sentimos, y eso está contenido en las cosas de nuestras vitrinas sociales y personales. ¿Qué objeto tienes ahora ante tus ojos?

El contenido de este texto es responsabilidad de la persona que lo escribe.
- - -

Ingresa tus datos para emitir tu voto.

Este campo es requerido
Este campo es requerido
  • objetos
  • literatura
  • ensayo
  • Alfonso Reyes
Foto de
Escrito por Marcos Daniel Aguilar

Marcos Daniel Aguilar (Ciudad de México, 1982). Es ensayista, periodista cultural y maestro en Periodismo sobre Políticas Públicas por el CIDE. Es profesor en la UNAM. Su libro más reciente es Gestos del centauro , ensayos sobre arte y literatura hispanoamericana.

X: @AlephCircular



No existen comentarios.
¡Se el primero en comentar!
Este campo es requerido
Este campo es requerido
Este campo es requerido