Los otros años noventa

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Carlos Pérez BucioFoto de
06 de septiembre 2024
  • www.rockenmexico.com

En mi artículo de la semana pasada asumía mi papel de chavorruco que recordaba más con sufrimiento que con nostalgia los espantosos años noventa. Un poco injusto quizá para una década que si bien nos hizo bailar payaso del rodeo en cuanta boda y quinceaños hayamos sido convidados, también fue pródiga en espacios, música, arte y cine independiente o como estaba de moda llamarla en esos días: la escena alternativa.

Los quincuagenarios de hoy también fuimos jovenazos y como sucedía en cualquier urbe del mundo occidental de la globalización en ciernes, buscábamos nuestro solaz y esparcimiento lejos de la telaraña mediática hegemónica en lugares como el tianguis del Chopo, el LUCC, Rockotitlán, el 9, X Teresa y hasta teatros del ISSSTE y del IMSS cuyos programadores le entraban al quite con conciertos de grupos y solistas de rock subterráneo como Guillermo Briseño o Real de Catorce. La UNAM, por supuesto, tampoco faltaba a su compromiso de agasajar a la chaviza más intelectualona en sus diversos foros.

Los conciertos en el Espacio Escultórico de Ciudad Universitaria ocupan un lugar destacado en la memoria de los movimientos contraculturales: desde las presentaciones multimedia de Jorge Reyes hasta festivales en los que concurrían rockeros, blueseros y rupestres con causa. El Festival por la paz y contra la guerra en Irak que convocó a diversos músicos en enero de 1991 fue toda una experiencia para el adolescente que alguna vez fui. Montado en la cima de una de las "pirámides" de dicho espacio, pude ver y descubrir a la crema y nata del rock mexicano que todavía era autogestivo en muchos aspectos.

Además de los grupos más o menos establecidos como Santa Sabina (disculpen ustedes, nunca me ha gustado usar la palabra "bandas"), también subieron al escenario espontáneos a leer manifiestos, poesía, cantar o hacer algún performance exprés contra la invasión yanqui a Irak (ni nos hicieron caso, de todos modos los gringos invadieron ese país un par de meses después). Algunos muy elocuentes, otros muy cursis y los menos humorísticos, a veces se llevaban un buen aplauso, a veces una rechifla si le colmaban la paciencia al respetable. Hubo un chavo que se llevó las palmas con el siguiente poema que a falta de registro fonográfico cito de memoria: "Cuando regrese de la guerra quiero abrazarte y hacerte el amor... si es que todavía tengo brazos y todavía existe el amor". El muchacho hizo una pausa y agregó: "Gracias, cabrones". Silencio breve. Segundos de reflexión entre los asistentes. Estruendo de aplausos y ovaciones para el anónimo que se robó la tarde. Público feliz.

La verdad no era muy aficionado yo a todos esos grupos que desfilaron sobre el entarimado, pero hubo dos que realmente llamaron mi atención: Real de Catorce y Flor de Metal. De ellos ya había escuchado algo en la extinta Estéreo Joven del IMER, pero no fue sino hasta aquella tarde que pude atestiguar, con todo y lo precario del escenario y fallas técnicas, que estaba ante dos agrupaciones que sonaban en verdad diferente.

Real de Catorce¹ apostaba por una mezcla de diversas músicas con el blues como mayor componente. Las composiciones de José Cruz interpretadas en vivo adquirían el nivel de ritual en perfecta sincronía con su público, ávido de experiencias oníricas en letras que hablaban de deseo, placeres, amor y muerte.

Por su parte, Flor de Metal² fue un power trío de chavas muy adelantadas a su época. Compositoras e instrumentistas sofisticadas que bien transitaban del jazz al pop con guiños de progresivo, lanzaron el álbum Ciudad Azul, joya de colección editada de manera independiente. Sobre la experiencia de ser mujeres rockeras, virtuosas, en un medio dominado por machitos, les trajo también una que otra experiencia desagradable por parte de colegas envidiosillos. Búsquenlas en la amplia videoteca del Youtube³.








 

 

 

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Escrito por Carlos Pérez Bucio

Carlos Pérez Bucio (Ciudad de México, 1973). Pintor, dibujante, caricaturista. Licenciado en Artes Visuales de la UNAM. Colaborador de medios desde 1994. Francófono, francófilo, observador de los aconteceres políticos y sociales de Francia y su relación con México. 

X: @SatiroCornu

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