"Hace algunos años, justo antes del cumpleaños de mi hermana, mi vida cambió para siempre con la llegada de Romina, mi mascota. En realidad, Romina fue un regalo para mi abuelita, que había perdido a su gatito y estaba muy triste. "Pero la historia de cómo llegó Romina es aún más especial. Una compañera de la prepa me ofreció adoptar a una de las ocho crías de su gatito, que había dado a luz recientemente. La razón era que su gatito estaba enferma de cáncer y no podían quedarse con todos los gatitos. "Romina llegó a mi casa en una caja de cartón de zapatos, superchiquita y curiosa. Al principio, se quedó olfateando todo el lugar, como si estuviera explorando un nuevo territorio. Le preparé una camita en la caja, con agua, periódico y alimento, y así estuvo durante un tiempo. "Pero Romina no tardó en mostrar su personalidad. Desde chiquita, no le gustaba dormir en su caja, y prefería hacerlo en los pies o en la cama con nosotros. Así creció, y ahora es una mascota tranquila, juguetona y cariñosa. No se sale de la casa, no es arisca y se deja cargar por todos. Es una verdadera mascota de hogar, y no puedo imaginar mi vida sin ella."